Este lunes, los republicanos del Senado de Estados Unidos se preparan para una sesión maratónica con el objetivo de aprobar el ambicioso plan fiscal del presidente Donald Trump, que incluye recortes de impuestos y gastos, en medio de tensiones internas por su posible impacto en la deuda nacional.
La Oficina Presupuestaria del Congreso estimó que el proyecto podría aumentar en 3.3 billones de dólares la deuda pública, ya de por sí elevada a 36.2 billones, una cifra que supera en 800 mil millones la proyección hecha para la versión aprobada en la Cámara de Representantes el mes pasado.
A pesar de ello, varios republicanos sostienen que mantener la política fiscal actual no elevará la deuda, y buscan avanzar el proyecto usando un mecanismo que les permite evitar el umbral habitual de 60 votos en el Senado, permitiendo a los demócratas introducir enmiendas ilimitadas durante el debate.
El sábado por la noche, el Senado aprobó por estrecho margen (51-49) una votación de procedimiento que abrió el camino al debate formal del texto de 940 páginas, que también aborda migración, seguridad fronteriza y gasto militar.
Los demócratas, por su parte, han criticado duramente el proyecto. El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, lo calificó como “el más costoso en la historia del país”, y acusó a los republicanos de usar “matemáticas falsas y trucos contables” para esconder su verdadero impacto. También denunció que beneficiará a los multimillonarios a costa de recortes a Medicaid, asistencia alimentaria y empleos bien remunerados.
El presidente Trump celebró el avance como una “gran victoria” y aseguró que el plan será compensado “por diez” con crecimiento económico. Su objetivo es que el proyecto quede aprobado antes del 4 de julio, Día de la Independencia.
La división dentro del Partido Republicano también quedó en evidencia este domingo, cuando el senador Thom Tillis anunció que no buscará la reelección, tras haber sido blanco de críticas del propio Trump por votar en contra del plan.
Si el Senado logra aprobar la propuesta, esta pasará a la Cámara de Representantes, donde también hay desacuerdo entre legisladores republicanos por su costo y los recortes sociales. Con una mayoría ajustada, el oficialismo no puede permitirse más de tres votos en contra en cada cámara para sacar adelante la ley, ante una oposición demócrata unificada.